Dolor de amor...
Dicen que en el amor todo vale, que cada uno de nosotros tiene, en el lugar menos pensado, a una persona esperándole. Si claro, pero... ¿Cuantas veces tienes que tropezar hasta dar con ella? Y es que, cuando te enamoras te das por entero, es tu momento de máxima debilidad. Quedas a merced de esa persona con el pecho abierto y el corazón al descubierto... Si ese corazón no se arropa, coge frio y, poquito a poco crea una capa de escarcha impenetrable e indestructible. A veces se envenena, un pequeño virus anida y, despacio (como actúan los venenos más mortales) va expandiéndose hasta que el corazón queda inutilizado y se rompe, se corroe. Pero claro, esto se puede remediar a tiempo: hay que evitar esos pequeños virus que vienen en forma de celos. Y por último, y no menos importante queda el ataque directo: la puñalada. El más rápido y mortal de todos, el más doloroso. El mundo se cae y te destroza. Tanto es así que muchos no vuelven a abrir el corazón tras haber cicatrizado; no